jueves, 14 de abril de 2011

El hombre más rico


Hace pocos años, un agente de seguros de setenta y cuatro años, cedió muchos miles de pesos a una amplia variedad de amigos y obras de caridad.


Enfermo y viviendo en soledad, el generoso donante prefirió quedar en el anonimato.


Y dijo.
“Porque no quiero que parezca que lo hago para obtener publicidad y gloria”.


Su único deseo, le dijo a un fiel confidente, era compartir su prosperidad con otros “mientras aún viviera”.


Mucho hay que pensar sobre estas palabras, “mientras aun viviera”. Las oportunidades se escapan rápidamente.


Es de poco valor ser conocido como “el hombre más rico del cementerio”. Si uno es rico o pobre en bienes de este mundo, su destino eterno será determinado por la manera como utilizó sus posesiones materiales.

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